domingo, 23 de diciembre de 2007

6: PINTANDO DECORADOS


Lo bueno de trabajar en una película de bajo o casi inexistente presupuesto es que cada día trabajas en un oficio distinto. Un día eres director, otro día eres tu propio ayudante, otro día eres productor, otro día eres carpintero, otro día eres pintor...


Estos días está tocando ser pintor. Llevo todo el puente encadenado a un pincel. Coloreando los dibujos de los decorados, emitiendo trazos a medio camino entre el zen y la esquizofrenia.


No es un trabajo desagradable, pero tampoco es mi trabajo ideal. Requiere a veces de una precisión quirúrgica que nunca anidó en las manos de los piscis zurdos hipertensos e indisciplinados. Hay que ser cirujano, hay que tener buen gusto, hay que tener paciencia...


Lo más cercano al buen gusto que yo tengo es, en todo caso, un gusto exótico. En cuanto a la cirugía, mis tres últimos pacientes pusieron una demanda escrita con sus manos muertas. Y en cuanto a la paciencia... siempre he sido de los que solucionan la angustia de la inminencia de la muerte corriendo hacia ella por la cuerda floja de la vida todo lo rápido que puedo.


A pesar de ello, de momento estoy bastante satisfecho con los dibujos. Tengo la manía de quedarme fácilmente satisfecho con las cosas que hago. No sé si será narcisismo, o soberbia... O tal vez tenga la suerte de haber encontrado la forma de hacer las cosas tal y como me gustan, siguiendo los latidos de mi corazón en lugar del manual de instrucciones.

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