El otro día os comenté que desde hace algún tiempo el número ocho se me aparece como aquél que hará avanzar mi vida y traerá consigo el cambio.
Hasta hoy, ingenuo de mí, no me había dado cuenta de que el ocho tiene forma de cacahuete.
8
Y mientras los cacahuetes se arrastran lentamente, yo estoy como el ave fénix: Reborning and reburning.
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